Finalizando el campeonato, con una fiesta acorde a lo que nos tiene acostumbrado la AAU, se premió el sacrificio que implica el ir una y otra vez a lo largo del año, donde seguro en alguna ocasión pensamos, “-¿Que hago levantándome a las 6 de la matina un domingo?” cosa de tener tiempo de digerir el desayuno antes de correr, ó “-¿Qué necesidad” aprontando todo la noche del sábado para salir al otro día de mañana a esperar el ómnibus o el tren hacia el interior. Obviamente, mate amargo no amarga, por eso es que lo hacemos, y si al final recibimos un trofeo, llámese estímulo, reconocimiento, o como fuese, más aún la motivación.
El Club Olimpia nos recibió en la cúpula, y la fiesta fue completa. Quizás me quede con ganas de murga, que en los últimos 2 años tuvo sitio en el cronograma, pero seguro las cortinas musicales, con la Sinfónica de Tala entonando temas de los Beatles, temas Mexicanos, o el propio Himno Nacional, arrastrando hacia si a nuestro compañero Richard, que se aferró con las uñas a la mesa pero no pudo zafar por el ritmo frenético de la trompeta, y el número tropical de la noche, con éxitos de épocas inmemoriales, como la pollera amarilla, regalaron un marco de festejo y alegría, el mismo que se percibe domingo a domingo antes y después de cada carrera.
Aunque primero lo primero, llegando en el auto sin lugar en la explanada del club para estacionar, te dice el cuida coches: “-Acá a la vuelta hay estacionamiento vigilado hasta las 12”, fantástico, fundamentalmente porque no me interesaba la fiesta. Al final, en un mes de paros y cortes, se mandaron algunas horitas extras. ¡Hay gente que todavía quiere trabajar!
Esperando en la puerta para entrar todos juntos, un reconocido juez de futbol, que por suerte no estaba en su labor, sino hubiera suspendido la fiesta, paso frente a nosotros mirando el cronómetro. Digamos que Prudente no es de mi simpatía como hincha de Nacional, y pueden creer que luego se sentó justo en nuestra mesa, ¡Que mala liga che!
Una vez adentro, con la decoración basada en la bandera uruguaya, con detalles cuidados al máximo y una temperatura bastante agradable, la fiesta dio inicio, mientras Carrasco miraba desde la mesa, y La Pasiva muy paciente, aguardaba el plato principal.
Pasó la música, y llegó la entrada, empanadas con puntos verdes (que indicaban que eran de carne; no!, hongos no!) y atrás el arroz, que gracias a mi cruzada alimenticia, se transformó en Milanesa con fritas. Del cual más de uno se burló, pero de seguro miraban con resignación. Para la próxima sale vianda o merienda compartida!!!
Obviamente salieron las banderas, y más que nunca esta vez, todos las reclamábamos. Es que subíamos a buscar el premio y tenían que estar presentes.
Mis felicitaciones nuevamente al equipo Trotancap por el espíritu, y la alegría de compartir que todos y cada uno ofrece a los demás.
Gracias totales.
Pablo Dogliotti
P.D.: Volveremos y seremos más!!!