Y una vez mas, en una helada
mañana, estábamos reuniéndonos para abordar el bus, esta vez rumbo al centro
del país: Durazno.
Mate y anécdotas de los
corredores más fanáticos que siempre tienen una nueva y ya en la ruta con las
paradas de siempre.
Y luego de un par de horas
llegamos a la ciudad a orillas del Yí. Espectacular por cierto, se los
recomiendo ya que lo conozco desde dentro, pues lo recorrí desde 70 kilómetros al este en canoa atravesando
muchas playas e islas muy bellas.
Al bajarnos del bus, el frio se
sintió, unos pocos valientes se pusieron sus pantalones cortos, el resto aun
esperando el momento del calentamiento para tomar coraje. Pero como siempre el
“profe” alentó y arrancamos a calentar trotando hacia el rio, que se veía
crecido.
Unos minutos y ya el calor de la
competencia estaba en nuestros cuerpos. Ahora si, todo el mundo listo para la
largada.
Un recorrido muy bueno,
combinación de parque y ciudad. Increíble las cosas que se recuerdan mientras
pasan las cuadras y el calor del cuerpo sube: Canotaje por el Yi, Pilsen Rock,
las pasadas hacia el carnaval de Rivera…
Y dimos la segunda vuelta entre
música preparada para la ocasión y recuerdos, y un par de piernas que cada
tanto avisan que ahí están poniendo en movimiento el cuerpo. Pero resisten y la
gente alienta, y una vez más la meta a la vista.
Javier