Rayos, lluvia,
truenos y mucho viento. La madrugada alentaba a seguir entre las sabanas,
abajo de las frazadas, disfrutando de la
discutida alerta naranja. Era difícil pensar en ponerse un short y salir a
correr. Solo había una fuerza capaz de hacernos estar ahí, la fuerza del
EQUIPO, el compromiso con nuestros compañeros, con los trotas, que no se
achican, que están ahí…
El
calentamiento, liderado por el Profe, que estaba hiperactivo, tratando de
sacarnos del frio y el sueño. Ricardo accidentado, con un poco de sangre en la
rodilla y todos sacándonos una foto, mandándole un FUERZA QUIQUE!!
Maturana
esperaba, en una mañana gris, calles del Prado mojadas, un circuito resbaloso,
lleno de curvas, agua y barro. Doble circuito, algunas subidas que entre la
falta de entrenamiento, los líos, Pluna, los fantasmas, la deuda con Pdvsa,
pocas horas de sueño, etc. ,se me hizo realmente pesado. En los hechos estuve a
punto de dejar de trotar y empezar a caminar, pero… aparecieron Charly y Libertad, que me
prohibieron caminar, hasta me amenazó
con un escrache al final, “si caminas me vas a tener que aguantar a la
llegada, te prendo fuego…”, (amenazó Charly) y empezó a hablar de todo, de su
receta para bajar de peso, de la cazuela de mondongo que lo esperaba en su casa
el domingo, etc. Cuando quisimos acordar se habían pasado los kms…! Y de yapa,
como el dulce atrae a las moscas, íbamos aproximándonos con Charly a la meta
cuando Las Saladas nos alcanzaron con la lengua afuera (ellas, por supuesto),
nos rodearon, se nos pasó todo el cansancio y la falta de aire y llegamos!!
Encontramos al locutor distraído que no veía al presidente de ANCAP entre
tantas Saladas, Libertad, Charly y yo.
Al final,
medalla y unas naranjas que estaban especiales, para recordar que estábamos en
alerta naranja y que con el calor de
tanta gente habíamos ahuyentado al frío y la lluvia.
El día anterior el Capitán me había mandado un mail
cuando yo le había dicho que capaz faltaba el domingo que tenía el título de
esta crónica “debés estar ahí”…, y puso
“no olvides que las opiniones se escuchan….”
Y tenía razón!
Abrazo,
Raúl