Veintiocho de Agosto, domingo, 10k de Canelones.
Con una previa de un sábado aplastante, lluvia, truenos, alerta meteorológica de granizo y vientos huracanados que informaban en el pronóstico del tiempo, ¿quién me convencía que el domingo había que correr???
Amaneció, un despertador que anunciaba que era la hora de levantarse y preparase para la carrera de Canelones.
Mochila pronta, mate y arrancamos...
Al llegar las caras de entusiasmo de las jornadas ancapeanas, todos locos de frío pero prontos para andar en ruta.
En el ómnibus habían algunos que morían de sueño por haber trabajado toda la noche, otros con el cansancio del fin de semana y dos participantes nuevos que no me animaba a preguntar ¿de qué se trataba?
Viaje corto entre charlas típicas, reclamos y anécdotas de la noche de la nostalgia… LLEGAMOS.
Silvana arreglaba su número y no se decidía a bajar del bus porque hacía frío, “llegó la foto oficial del grupo”, ponete la campera y bajá! (me dije).
A minutos de iniciar la carrera comencé a identificar los posibles “competidores” en mi tiempo y ahí estaban… Piru, Guillermo, Miriam.
Largamos en ese contexto de locura masiva, aplausos, gritos, todos con un mismo objetivo, y yo en esa especie de tolerar el frío y controlar la respiración… inicié mi carrera.
Al primer kilómetro pasé a uno de mis primeros blancos y unos metros más adelante al siguiente.
En eso nos cruzamos con Daniel ¿qué te pasó viejito? estaba regresando, no entendí pero pensé… uno menos…ja ja al rato lo veo pasar como loco con un trote parejo y una actitud de ganador… no pelees así queridoooo le dije.
Era un lugar pintorezco, las calles tranquilas y estaban sanas, mucha gente colaborando y alentando, niños, adultos y ancianos esperando ver pasar a los primeros y a todos los demás.
Entre gritos agraciados y otros desafortunados “ya te queda poco” y recién voy 2km… la carrera se hizo más llevadera.
El flaco que me hacía el mismo aguante de siempre y de vez en cuando me decía “cuidado que están atrás tuyo” lograba que metiera pata y no aflojara.
¡Qué peleadoras! éramos solo tres mujeres, había que llegar si o si para puntear… no te sientas presionada Silvana pero te vamos a buscar.
Ya en la segunda vuelta y a un kilómetro de llegar arruinada, colorada como un tomate, con frío y calor, pensando que el repechito lo iba a caminar…apareció la primera presión externa… los bomberos te vinieron a rescatar!!! y en un coro grupal vamos, vamos, vamos… continué.
Por si era poco… un par de cuadras después otro grupo al canto de “trota, trota” (dicen el nombre o me están pidiendo algo pensé)… redoblé esfuerzos.
A cuatro cuadras de llegar, antes de pegar la última curva quise caminar, QUÉ????, sentí una fuerza ajena en mi espalda y al compás de vamos, vamos, vamos continué… en ésos momentos estaba rodeada, no tenía salida estaban todos dando apoyo… opa, me sentía contenta cuando unos segundos más adelante la foto de todos juntos, pucha y yo colorada!
En eso me entero que estábamos posando para una crónica fotográfica para una revista de los Trotancap. Entendí la presencia de esas dos personas que nos acompañaron en todo el viaje, el fotógrafo y su acompañante.
Por un momento pensé que estaban aburridos, con frío y con ganar de volver y me dije vinieron por nosotros ja ja… te la críste? Era para la revista Silvana!!!! fue divertido!!!
Vamos todavía…llegamos flacucho!!!
Gracias a todos.
Silvana